La vida del publicista.

Insomnia se llamaba el programa que nos inspiró a muchos a estudiar publicidad, sin saber a qué le entrábamos.

A mí me inspiró también la publicidad mala, recuerdo un comercial de sopa Maruchan, lo estaba viendo con mi mamá y le dije: -Yo lo hubiera hecho mejor- no se, pero yo pensaba que era sencillo, que ser publicista era estar sentado viendo comerciales y ordenando que cambios hacerle, hacer cosas divertidas, viendo tv.

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Mi mamá quería que estudiara en la UAM diseño gráfico, pero yo le decía que no, -yo quiero estudiar publicidad-, y ahí empezó el camino.

Buscar universidades: había en Guadalajara, en España y aquí en el DF, mis opciones se redujeron a dos: Universidad de la Comunicación de la cual una amiga me había dado malas referencias y además estaba muy caro en la mañana, pero lo más tonto es que no la fui a ver. Así que me inscribí en el Instituto de Mercadotecnia y Publicidad (IMP), nombre más chafa no pudieron escoger. Estaba más barata y parecía una buena opción, esta si la visité antes, y el edificio encerrado y pequeño lo vi con buenos ojos, esa sería mi universidad.